La verdadera riqueza no se encuentra probablemente en conseguir mucho dinero sino en tener las cosas necesarias de la vida.
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (I Timoteo 6:6-10)
Hasta en los lugares de mucha prosperidad los gobiernos se encargan de explotar a sus ciudadanos haciendo para estos sus metas casi inalcanzables.
Cuando se sume y resta el costo de vida en las naciones de gran prosperidad resulta alarmante como el dinero se desvanece mientras que los deberes y responsabilidades aumentan.
Por ende, es mejor seguir el consejo de la Sagrada Biblia:
Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;
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No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios. (Proverbios 30:8-9)